viernes, 28 de enero de 2011

Capítulo 3. Un momento mágico y una lucha un poco torpe.

(Berta)
Después de una breve presentación, decidimos ir a buscar algo de comida. Estábamos cerca de un arroyo, así que no seria muy difícil encontrar algún que otro fruto silvestre.
Caminamos un par de horas y solo encontramos unos frutos que estaban verdes, y unas fresas podridas, y decidimos no arriesgarnos.
Estaba muy cansada, así que le dije a Laura que parásemos un rato a descansar. Nos tumbamos en la hierba y empezamos a hablar para conocernos mejor. La verdad es que me caía muy bien. 
Me pesaban los parpados, pero intenté mantenerme despierta por consideración.

- La verdad es que no recuerdo nada, y estoy un poco asustada. Me alegro de haberte conocido, porque así por lo menos….-me decía ella, pero no pude resistir más y me sumí en el más profundo de los sueños.

(Laura)
Empecé a hablarle a Berta sobre mi situación con lo del extraño bosque y la pérdida de memoria, pero me fui mucho por las ramas, y cuando me di cuenta ella estaba dormida.
Me había dado sed, y aprovechando que ella estaba dormida, me fui en busca del arroyo que habíamos visto antes, pero me terminé perdiendo.
Parecía que los árboles se agazapaban sobre mí y hubo un momento en el que ya no podía avanzar más. Estaba tan cansada y había caminado tanto que perdí los estribos y les grite: ¡Quitaos de en medio!
De repente, como si me estuvieran obedeciendo, se empezaron a mover a ambos lados, dejando un espacio para que pasara sin dificultades.
Me quedé paralizada y sin saber que hacer.

(Aaron)

Me encuentro tumbado boca abajo, en un lugar que no conozco. Parece un bosque, porque hay muchos árboles.  A mi alrededor no hay ningún movimiento, hasta que oigo unos pasos muy lejanos, que vienen hacia mi. Me quedo muy quieto, extremadamente quieto.


(Stephan)
Me despierto y siento frío en las piernas. Voy a mirarme y veo ¡que no tengo pantalones! Enfrente me encuentro a una especie de pájaro muy feo y rechoncho que me mira fijamente sujetando mis pantalones con el pico.
Cojo un palo para espantarlo, y al fin recupero mis pantalones. Miro a mí alrededor para ver donde estoy y no oigo ningún ruido, excepto el que hace el pájaro ese.
Empiezo a caminar para ver si encuentro alguna señal de vida humana, y cuando he caminado un par de kilómetros veo a un chico tumbado en el suelo. Parece muerto. Aun tengo el palo en la mano, así que me acerco a él muy lentamente y le toco la espalda con cuidado. Cuando no veo ninguna reacción voy a tocarle otra vez, pero antes de poder hacerlo, el chico se levanta rápidamente  cogiendo otro palo, y me apunta con este.
Yo a modo de reacción, me defiendo con el mío y terminamos enzarzados en una pelea un tanto extraña, porque los dos somos un poco torpes. En un momento de descuido, logra quitarme el “arma” de un golpe y me tira al suelo.
Sin alejar la vista de mí y con el palo todavía apuntando hacia mí me pregunta:
-¿Quién eres?

sábado, 22 de enero de 2011

Capítulo 2. Más Encuentros

(Arabia)

Tengo sueño y me pesa la cabeza. Me siento muy a gusto, como si estuviera flotando en el aire. Me voy desperezando y me doy cuenta de que no estoy tocando nada. ¿Pero qué…?  ¡Estoy flotando! Del susto me caigo al suelo.

-¡Au! Eso ha dolido.

(Tania)

Siento algo en mi nariz. Me pica. Voy a rascarme y toco un bicho. ¡Odio los bichos!
-¡¡¡¡Ahhhhhhhh!!!  ¡QUITA BICHO! – le grito.

La fuerza del grito me desplaza varios metros hacia atrás y siento que me choco con algo. Me doy la vuelta muy rápido y veo a una chica volando, balanceándose de un lado a otro en el aire.

-¡Wow! ¡Increíble! – comento.
-¿A que si? Hola, soy Arabia-me dice aterrizando y tendiéndome la mano.
-Hola, yo soy Tania- le digo, y se la estrecho.
-¿Tú también puedes volar?
-No lo sé, de repente grité y una fuerza me empujó hacia atrás.
-Ohh. Vaya. ¿Tienes alguna idea de donde estamos? – dijo cambiando de tema

No le respondí, ya que oí un ruido extraño. Parecían voces, y venían hacia nosotras.
-Ehhh…- me vuelve a decir Arabia.
Yo le tapo la boca por instinto, pero ya es tarde, nos han visto.  
 

lunes, 17 de enero de 2011

Capitulo 1. La mano intermitente

(Berta)

Berta. Eso es lo único de lo que me acuerdo sobre quien soy.
Me he despertado en un extraño bosque. No es nada fuera de lo común, pero no recuerdo nada.
Levanto un poco más la cabeza para tener mejor visión. Árboles y más árboles.
Pero…. ¿Qué me está pasando? Mi mano ha desaparecido. Espera, ahora vuelve a aparecer. Estoy asustada.

(Laura)
Abro los ojos. Estoy confusa. Me encuentro en lo que parece una pradera. No hay ningún árbol en kilómetros a la redonda.
Ahora me siento mareada. Es una sensación muy rara. Se me nubla la vista y me levanto para despejarme.
De repente, veo una imagen fugaz de lo que pasa alrededor y todo empieza a dar vueltas.
Cierro los ojos y, cuando los abro otra vez, me encuentro en otro lugar, en frente de una chica con cara de preocupación. Cuando ella me ve, grita, lo que me lleva a gritar a mí también.
Le miro la mano y veo que aparece y desaparece. Su cara me resulta familiar, pero no se de que. Quiero tocar su mano, pero no me atrevo.

-¿Cómo has llegado hasta aquí? De repente has aparecido sin más- me pregunta.
-La verdad es que no lo sé. ¿Qué pasa con tu mano?
-Yo tampoco lo sé.

Nos quedamos en silencio, mirándonos por un buen rato, hasta que me suenan las tripas y ella se ríe.

-Soy Laura-le digo
-Y yo Berta.


viernes, 14 de enero de 2011

PRÓLOGO

(Laura)


-Me duelen los pies, voy a salir un rato-le dije a Berta


El solo hecho de patinar me parecía divertido. Poder ir rápidamente mientras me daba el frío en la cara. Era lo de los patines lo que no me agradaba ni un poquito. Me hacían daño.
Todos los años era lo mismo. Todos los demás patinando y yo pidiéndole perdón a mis tobillos sentada en un banco. ¿Pues sabes qué? Esta vez no.
Me levante de golpe y, como llevaba los patines, me caí. Levante la cabeza y vi a Chamorro reírse. Me da igual. El pringado es él.


(Berta)


Vi a Laura tirada en el suelo y salí para ayudarla a levantarse.


-¿Qué te ha pasado?
-Es que me he tirado al suelo para saber si estaba limpio- me dijo con sarcasmo.


La ignoré y la lleve conmigo para que patináramos juntas.
Cuando estábamos ya en la pista empecé a notar un aire frío. Vi a todos mis amigos patinando en el centro, uno detrás de otro, como una especie de círculo.
De repente, sentí una fuerza extraña tirando de mí hacia abajo. Vi las caras preocupadas de mis compañeros y comprendí que les pasaba lo mismo. Me pesaban los párpados mucho más de lo normal, hasta tal punto que no podía abrirlos, y me desmayé.