viernes, 3 de junio de 2011

Capítulo 9- Espiando a la herida

(Yacoub)

Me aburro en este lugar. Me he despertado aquí hace unos 10 minutos y es un aburrimiento. Está lleno de árboles y no hay nadie con quien hablar o esp… vale, si, me gusta espiar a la gente. Voy a irme de aquí para buscar a alguien. Espera, creo que veo a una chica... ¿qué estará haciendo? Me escondo detrás de un árbol e intento espiar lo que hace, pero resulta muy aburrido, ya que lo único que hace es dormir. De repente un murciélago se posa en mi hombro y del susto tropiezo causando ruido, lo que despierta a la chica. Intento levantarme, sigilosamente, pero me he enganchado a una rama.

(Dayanna)

Me despierto sobresaltada por un ruido que viene de entre la maleza y me asusto. El ruido incrementa y salgo corriendo, pero me caigo sobre algunas rocas y me sale sangre del brazo. Me duele, y mucho. Pero me levanto y sigo corriendo por si acaso. Siento un cosquilleo en el brazo y paro para ver qué pasa, y cuando me doy cuenta la herida ya no está. ¿Pero qué…?
Me la busco en el otro brazo por si me he equivocado, pero ahí tampoco está. ¿Estoy alucinando? ¿Tan pronto se ha curado?
Vale, ya se que suena masoquista, pero tengo que hacerlo. Cojo una piedra del suelo más o menos grande y me la acerco lentamente al brazo izquierdo. Presiono contra él con todas mis fuerzas y lo voy arrastrando en dirección a la mano. Noto dolor, pero decido ignorarlo. Se va creando una grieta en la piel, y llega un momento en que cede contra la presión, y empieza a salir sangre. Suelto la piedra y me quedo mirando la herida, pero no pasa nada. Ahora resulta que me la he hecho para nada. Está escociendo.
Seré tonta… ¿y ahora? Espera, me pica el brazo. Me lo quedo mirando fijamente y contemplo que, lentamente, sus tejidos, de alguna manera, se reúnen otra vez formando la piel, que queda intacta.
Oh. Dios. Mio.