(Berta)
Después de una breve presentación, decidimos ir a buscar algo de comida. Estábamos cerca de un arroyo, así que no seria muy difícil encontrar algún que otro fruto silvestre.
Caminamos un par de horas y solo encontramos unos frutos que estaban verdes, y unas fresas podridas, y decidimos no arriesgarnos.
Estaba muy cansada, así que le dije a Laura que parásemos un rato a descansar. Nos tumbamos en la hierba y empezamos a hablar para conocernos mejor. La verdad es que me caía muy bien.
Me pesaban los parpados, pero intenté mantenerme despierta por consideración.
- La verdad es que no recuerdo nada, y estoy un poco asustada. Me alegro de haberte conocido, porque así por lo menos….-me decía ella, pero no pude resistir más y me sumí en el más profundo de los sueños.
(Laura)
Empecé a hablarle a Berta sobre mi situación con lo del extraño bosque y la pérdida de memoria, pero me fui mucho por las ramas, y cuando me di cuenta ella estaba dormida.
Me había dado sed, y aprovechando que ella estaba dormida, me fui en busca del arroyo que habíamos visto antes, pero me terminé perdiendo.
Parecía que los árboles se agazapaban sobre mí y hubo un momento en el que ya no podía avanzar más. Estaba tan cansada y había caminado tanto que perdí los estribos y les grite: ¡Quitaos de en medio!
De repente, como si me estuvieran obedeciendo, se empezaron a mover a ambos lados, dejando un espacio para que pasara sin dificultades.
Me quedé paralizada y sin saber que hacer.
(Aaron)
Me encuentro tumbado boca abajo, en un lugar que no conozco. Parece un bosque, porque hay muchos árboles. A mi alrededor no hay ningún movimiento, hasta que oigo unos pasos muy lejanos, que vienen hacia mi. Me quedo muy quieto, extremadamente quieto.
(Stephan)
Me despierto y siento frío en las piernas. Voy a mirarme y veo ¡que no tengo pantalones! Enfrente me encuentro a una especie de pájaro muy feo y rechoncho que me mira fijamente sujetando mis pantalones con el pico.
Cojo un palo para espantarlo, y al fin recupero mis pantalones. Miro a mí alrededor para ver donde estoy y no oigo ningún ruido, excepto el que hace el pájaro ese.
Empiezo a caminar para ver si encuentro alguna señal de vida humana, y cuando he caminado un par de kilómetros veo a un chico tumbado en el suelo. Parece muerto. Aun tengo el palo en la mano, así que me acerco a él muy lentamente y le toco la espalda con cuidado. Cuando no veo ninguna reacción voy a tocarle otra vez, pero antes de poder hacerlo, el chico se levanta rápidamente cogiendo otro palo, y me apunta con este.
Yo a modo de reacción, me defiendo con el mío y terminamos enzarzados en una pelea un tanto extraña, porque los dos somos un poco torpes. En un momento de descuido, logra quitarme el “arma” de un golpe y me tira al suelo.
Sin alejar la vista de mí y con el palo todavía apuntando hacia mí me pregunta:
-¿Quién eres?